En días pasados el Sr. martín, a la sazón Consejero de Medio Ambiente del Gobierno de Cantabria, nos delitaba con que "los consumos mínimos" en los servicios municipales de aguas no tenían sentido y había que comenzar a facturar por consumos reales. Que el actual sistema de facturación no ayuda a reducir los consumos de un bien tan preciado y que si ora pro nobis. Amen.
Acto seguido, ayer mismo, si mal no recordamos, sale a la palestra la candidata primera del PSC-PSOE en la capital del imperio cántabro, diciéndonos que la facturación de esos mínimos (40 m. cúbicos en Santander) es un robo.
Nos alegra que tan altos cargos, autonómico y aspirante local, se hayan dado cuenta de que algo no va en la facturación. Lo que nos preguntamos en la Asociación de Vecinos de Guriezo es ¿Cómo es posible que estas personas no se hayan dado cuenta antes? ¿Cómo es posible que estas personas no conozcan la Ley 44/2006 que prohibía estas prácticas abusivas? ¿Cómo es posible que, estas personas, durante estos últimos cinco años hayan vivido en la inopia?
Pero sobre todo ¿cómo es posible que estas personas dedicadas a la gestión de lo público no dijeran nada cuando se privatizaban los servicios municipales de aguas? Y ojo, siguen sin decir nada al respecto. Sobre lo básico, lo más importante, no dijeron ni dicen absolutamente nada. Ni se les pasa por la antecámara del cerebro. No vaya a ser que las empresas gestoras, es un decir, pierdan "sus legítimos beneficios".
En fin, no se trata de hacer una crítica al PSC-PSOE porque dos de sus representantes, tarde y mal, se hayan dado cuenta de que algo no marchaba en los servicios de aguas municipales. Uno a nivel general y otro desde la particularidad de su ciudad. No. Ninguno del resto de candidatos de los diferentes partidos que nos pedirán el voto, han planteado nada al respecto. Hasta ahora.
Y esto es lo grave. La falta de sensibilidad social, económica y política, en suma, es lo más grave que a una sociedad le pudiera ocurrir. Y a los cántabros, nos ocurre. Desde todas las líneas políticas se han realizado, en los últimos años, las privatizaciones de los servicios municipales de aguas. Se presentaban para la gestión política de lo público y a la chita callando, evitando a toda costa la participación de los ciudadanos, privatizaban los servicios muncipales de aguas y no solo. Han ido privatizando prácticamente todos los servicios públicos.
En suma, se proponían y proponen como los mejores gestores de lo público y, acto seguido, ponen en manos privadas esa gestión de lo público. Aduciendo que se gestiona mejor lo público desde las empresas privadas. Se fían tan poco de si mismos que ponen en manos privadas lo que se comprometían, pidiéndonos el voto, a gestionar ellos mismos. Y no se han ruborizado, ni se ruborizan ante tamaña incoherencia e incongruencia.
Mientras tanto, los ciudadanos somos los paganos por partida triple: Los servicios no mejoran. La gestión de esas empresas no las controla nadie, teniendo como tienen las Administraciones Públicas la obligación. Y por último, grandes subidas de precios y robos descarados por servicios realmente no prestados como son los 30, 40 y 45 metros cúbicos que nos facturan sin ser consumidos. Ellos, Administraciones Públicas y empresas gestoras, es un decir, nos llaman consumidores y usuarios. El eufemismo es la forma que tienen de impedirnos el estatus de ciudadanía. Es la forma que tienen de impedirnos la participación en la gestión de los servicios públicos. Es la forma que tienen de seguir siendo la casta. Ustedes, nosotros todos, voten cada cuatro años. Es el único acto de rebeldía que les, nos, permitirán. Voten y vayan a sus casas tranquilitos y no den guerra.
Ellos se encargan de todo. En sus manos, de ellos, dejen la gestión de lo público que de sus manos, de ellos, en contra del interés general, caerá la gestión de lo público en manos de empresas privadas que obtendrán pingües beneficios.
Pero recuerden, mientran les dejen vivir, que el agua es un recurso natural propiedad de todos los seres humanos. El agua es una necesidad, no es una mercancía. Sin agua, no bebemos, no comemos, no nos vestimos, no adquirimos zapatos, ni coches humildes o vanguardistas, ni el último televisor plano o con un tubo inmenso, ni telefonillo con GPS, ni la mejor tableta gráfica del mercado, ni un chupachús que darle al niño, ni unas gafas para leer el periódico, ni el periódico... Sin agua no somos nada, pero mucho menos seremos alguien.
La Casta no cejará (pero ¿les conviene?), yo tampoco.
Un saludo y corred la voz.
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